El Mar de Aral: Una Historia de Desastre y Esperanza
Por Edgardo Delgado
16 de junio de 2025
En el corazón árido de Asia Central, donde el viento susurra sobre dunas saladas, yace lo que alguna vez fue el Mar de Aral, un vasto lago salado que alimentaba la vida de comunidades enteras. En su apogeo, era el cuarto cuerpo de agua interior más grande del mundo, un mosaico de más de 1,100 islas que brillaban bajo el sol. Hoy, gran parte de este mar es un desierto, el Aralkum, un testimonio de la ambición humana desmedida. Pero entre las arenas, hay destellos de esperanza, historias de resiliencia que nos recuerdan que la naturaleza, con ayuda, puede sanar.
Un Paraíso Perdido
Hace apenas unas décadas, el Mar de Aral era un símbolo de abundancia. En sus orillas, pueblos como Aralsk en Kazajstán y Moynaq en Uzbekistán prosperaban. Los pescadores, como Madi Zhasekenov, ahora de 58 años, recuerdan con nostalgia su infancia: “Solíamos hacer anzuelos y pescar a lo largo del mar. Los peces, grandes y pequeños, eran tan abundantes que los compartíamos con gatos y perros por diversión” (BBC - Aral Sea Restoration). El mar no solo proporcionaba alimento; era el corazón cultural y económico de la región.
Sin embargo, en los años 60, la Unión Soviética lanzó un ambicioso plan para transformar el desierto circundante en un oasis de algodón. Los ríos Amu Darya y Syr Darya, que alimentaban el Mar de Aral, fueron desviados para irrigar vastas plantaciones. El resultado fue catastrófico. Sin su fuente de agua, el mar comenzó a encogerse. Para 2007, había perdido el 90% de su superficie original de 68,000 km², fragmentándose en cuatro lagos más pequeños: el Mar de Aral Norte, las cuencas este y oeste del Mar de Aral Sur, y el lago Barsakelmes. Para 2014, la cuenca oriental había desaparecido, dando paso al desierto de Aralkum.
Una Tragedia Ambiental y Humana
La desaparición del Mar de Aral no fue solo una pérdida de agua; fue el colapso de un ecosistema. La salinidad del agua restante se disparó, superando la del océano, y el lecho seco quedó cubierto de sal y químicos tóxicos provenientes de pruebas de armas, proyectos industriales y fertilizantes agrícolas. Estos contaminantes, llevados por el viento en tormentas de polvo, han causado graves problemas de salud en la región, incluyendo altas tasas de cáncer, enfermedades respiratorias, tuberculosis, anemia y enfermedades infecciosas. En 2009, la mortalidad infantil en Karakalpakstán, Uzbekistán, alcanzaba los 75 por cada 1,000 nacidos vivos, y la mortalidad materna era de 12 por cada 1,000 (Tidsskrift - Aral Sea Health).
Económicamente, la región sufrió un golpe devastador. La industria pesquera, que alguna vez empleó a 40,000 personas y representó una sexta parte de la captura de pescado de la Unión Soviética, colapsó para 1987. Pueblos como Moynaq, que dependían de la pesca, se convirtieron en cementerios de barcos abandonados, varados a kilómetros de la orilla. Marat Allakuatov, un residente de Moynaq, describe la desesperanza: “La generación mayor perdió toda esperanza. La economía local se evaporó” (BBC - Aral Sea Restoration). En Uzbekistán, la exploración de gas natural en el lecho seco ha surgido como una nueva industria, pero no compensa las pérdidas ni mitiga los problemas de salud causados por las tormentas de polvo.
En Kazajstán, la historia es diferente, pero no exenta de dolor. Aralsk, que alguna vez fue un puerto bullicioso, ahora está a 15 km del agua. Los pescadores como Aldanbek Kerinov tuvieron que buscar otros trabajos, como conducir taxis, para sobrevivir. Sin embargo, aquí también hay signos de recuperación, una luz en medio de la tragedia.
Esfuerzos de Restauración: Un Rayo de Esperanza
Mientras el Mar de Aral Sur languidece, el Mar de Aral Norte en Kazajstán ha experimentado un renacimiento parcial. En 2005, con financiamiento del Banco Mundial, se construyó la presa de Kokaral, diseñada para retener el agua del río Syr Darya en el norte del mar. Los resultados han sido notables: para 2008, el nivel del agua había subido 12 metros, alcanzando los 42 metros de profundidad, y la salinidad disminuyó, permitiendo el regreso de especies de peces como el lucio-perca y el bagre. La captura anual de pescado aumentó de 1,360 toneladas en 2006 a 7,106 toneladas en 2016, revitalizando la economía local (BBC - Aral Sea Restoration).
En Uzbekistán, los esfuerzos de restauración han sido más limitados. La prioridad económica sigue siendo la producción de algodón, que coloca al país como el quinto productor mundial y el segundo mayor exportador a Estados Unidos. Esto ha restringido el flujo del Amu Darya hacia el Mar de Aral Sur, y la cuenca oriental permanece seca desde 2015. Sin embargo, proyectos como el de USAID, bajo las iniciativas ERAS-I (iniciada en 2021) y ERAS-II (lanzada en 2022), están plantando árboles saxaul en 200,000 hectáreas para estabilizar el suelo y reducir la erosión. Kazajstán y Uzbekistán se han comprometido a restaurar 3 millones de hectáreas del lecho seco mediante reforestación, con Kazajstán prometiendo 1.3 millones para 2030 (EOS - Aral Sea Rebirth).
La cooperación internacional ha sido crucial. USAID colabora con el Fondo Internacional para la Salvación del Mar de Aral (IFAS) y gobiernos locales, mientras que empresas como EOS Data Analytics utilizan tecnología satelital para monitorear el progreso de la restauración, empleando índices como NDMI y MSAVI (EOS - Forest Monitoring). En 2021, la ONU declaró la región del Mar de Aral como una “zona de innovaciones y tecnologías ecológicas”, destacando la importancia de soluciones creativas (EOS - Aral Sea Rebirth).
Estado Actual y Perspectivas Futuras
Hoy, el Mar de Aral es un contraste de realidades. En el norte, gracias a la presa de Kokaral, el agua ha regresado parcialmente, y con ella, la vida. La pesca es viable nuevamente, y los pescadores de Aralsk sueñan con ver el mar alcanzar su puerto una vez más. En el sur, el paisaje sigue siendo desolador, con el desierto de Aralkum dominando la región. Sin embargo, los proyectos de reforestación y el monitoreo satelital ofrecen esperanza para un futuro más sostenible.
Los desafíos persisten. El cambio climático amenaza con intensificar la sequía en Asia Central, y la dependencia de Uzbekistán del algodón limita los recursos hídricos disponibles para la restauración. Pero las lecciones del Mar de Aral son claras: la gestión sostenible del agua es esencial, y la colaboración internacional puede marcar la diferencia.
Lecciones para el Futuro
El Mar de Aral es más que una tragedia ambiental; es un espejo de nuestra relación con la naturaleza. Nos muestra las consecuencias de priorizar el beneficio económico a corto plazo sobre la sostenibilidad a largo plazo. Pero también nos enseña que, con esfuerzo y cooperación, es posible corregir algunos errores. Como corresponsal que ha recorrido estas tierras, he visto el dolor de las comunidades que perdieron su sustento y la esperanza de aquellos que ven el agua regresar. El Mar de Aral nos desafía a actuar con responsabilidad, a proteger nuestros recursos naturales y a trabajar juntos por un futuro donde la humanidad y la naturaleza puedan coexistir en armonía.
Tabla: Comparación del Mar de Aral Norte y Sur
Aspecto | Mar de Aral Norte (Kazajstán) | Mar de Aral Sur (Uzbekistán) |
---|---|---|
Estado Actual | Restauración parcial; nivel de agua subió 12 m desde 2003. | Mayormente seco; cuenca oriental desapareció en 2015. |
Esfuerzos de Restauración | Presa Kokaral (2005); pesca viable nuevamente. | Proyectos limitados; prioridad al algodón. |
Impacto Económico | Pesca revitalizada; capturas de 7,106 toneladas en 2016. | Colapso pesquero; desempleo y exploración de gas natural. |
Impacto en la Salud | Mejora gradual con menos tormentas de polvo. | Tormentas de polvo causan enfermedades respiratorias y cáncer. |
Proyectos Futuros | Reforestación de 1.3 millones de hectáreas para 2030. | Reforestación en 200,000 hectáreas con USAID ERAS-II. |